La prensa y la lucha contra Bolonia

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Los estudiantes estamos acostumbrados a que nuestras luchas permanezcan en la oscuridad de la inexistencia debido a la ausencia de interés que normalmente los medios de "(des)información" muestran por nosotros hasta que nuestra fuerza comienza a ser considerable, momento en el cuál los "mass mierda" se intenán involucrar con gran desconocimiento y con apenas un poco de información superficial y frívola quieren mostrar imágenes deformadas de nuestros movimientos, asambleas, luchas y reivindicaciones.

Lástima que esto no solo nos suceda a los estudiantes, y sea una tónica generalizada en muchas de las luchas y movimientos que los diferentes sectores de la clase trabajadora llevamos a cabo a diario.

Sea como fuere, el caso es que El Pais ha estado estos últimos días publicando casi un artículo a diario referido a las luchas de los estudiantes o a las posturas de los rectores sobre el movimiento estudiantil que estos días está cogiendo fuerza y cada vez más fuerza en su lucha contra la implantación del conocido popularmente como Plan Bolonia. Hoy, domingo, ha publicado un artículo bastante extenso bajo el título de "En el corazón de la protesta". Personalmente, a priori me parece una buena noticia que la fuerza del movimiento estudiantil tenga repercusión en los grandes periódicos, pues de esta manera se contribuye a vislumbrar y hace visible una realidad que, sino, quedaría solamente relegada a tener influenca y repercusión en los campus universitarios asi como los círculos estudiantiles, pero el resto de la sociedad quedaría al margen de esta polémica.

Sin embargo, algo que me pone muy nervioso y hace florecer mi rabia es que los medios, cuando publiquen sus reportajes y noticias, lo hagan tergiversando la verdad, dando una imagen incierta de nosotros que haga llegar una imagen deformada del movimiento estudiantil. El citado artículo de El País es un ejemplo de a lo que me refiero. En él, se trasmite a los lectores una imagen del movimiento "antibolonia" como un movimiento de jóvenes universitarios inconformistas que luchan por luchar, sin tener muy bien idea de qué es por lo que luchan. Semejante vanalización del movimiento estudiantil resulta una frivolidad alarmanete y preocupante. Querer decir de nosotros, quienes luchamos contra Bolonia, que "para algunos sólo son una panda de energúmenos descerebrados. Otros, con actitud paternalista, les ven cariñosamente como jóvenes inconformistas que protestan, que es lo que toca a su edad, aunque no comprendan muy bien de qué se quejan" me parece un insulto a todos y todas aquellos y aquellas estudiantes que, habiendo tomado conciencia de nuestra situación, hemos comenzado una lucha contra la adaptación que el Gobierno Español ha echo de las directrices del Plan Bolonia.

Porque, aclaremos las cosas, el Plan Bolonia no son más que directrices un tanto generalistas y ambiguas. Nuestro enemigo, pues, no es Europa, sino el Gobierno de España, cuya adaptación que ha echo resultan un tanto grotestas. Nos han querido colar muchas cosas con Bolonia que no tienen nada que ver con las directrices pactadas en Europa en 1999. El Pais recoge más o menos a grosso modo nuestras reivindicaciones cuando dice:

Enfrente tienen a unos responsables universitarios que no han acertado a despejar los fantasmas de la privatización, del mercantilismo y de otros males que se le achacan a la reforma. Los alumnos temen que las empresas acaben interfiriendo en qué y cómo se enseña en la universidad, que las carreras de letras desaparezcan por no ser rentables para el mercado, que haya menos becas y el máster sea la verdadera llave para obtener un buen trabajo cuando es más caro que el Grado, el título de cuatro años que sustituirá a las diplomaturas y licenciaturas actuales.
Sin embargo, en el tono general del artículo se denota una postura subjetiva de El Pais a favor de Bolonia queriendo dar la razón a los rectores y no a los estudiantes.

El problema de fondo es malinterpretar los objetivos de la lucha del movimiento No a Bolonia. El No a Bolonia no es porque estemos en contra de todo el proceso, sino de ciertos temas que queremos cambiar, pues lo consideramos una involución en nuestros derechos como estudiantes.

Así, las becas-préstamos en vez de las becas normales nos obligará a que, si queremos casarnos, comprar una casa y un coche, nos hipotequemos hasta los 80. El aumento del coste del post-grado y lo general del grado nos forzará a estudiar post-grados para especializarnos y tener un mayor conocimiento, pero el elevado coste hará de estos post-grados unos estudios elitistas reducidos a aquellas personas ricas que se lo puedan permitir. La asistencia obligatoria para aquellas personas que tienen que trabajar al mismo tiempo que estudian para pagarse sus gastos de la carrera y de su vida imposibilitará el acceso de estas personas a la universidad, al ser incompatible el estudio con el trabajo. Yo lo han dejado bien claro desde Europa: quieren que los estudiantes dediquemos a nuestros estudios 40 horas más o menos, como si fuera una jornada laboral para acostumbrarnos a ella. Ello, para quienes tienen tiempo, puede ser una buena opción que hagan trabajos prácticos, pero para quienes ya tienen una jornada laboral, resulta algo negativo y perjudicial para él, que tendrá que, en la mayoría de casos, abandonar sus estudios.

Además, deberíamos señalar la entrada de las empresas privadas en las universidades públicas como una privatización encubierta de la educación pública, especialmente en el sentido de una mercantilización de nuestra educación. El echo de que las universidades permanezcan como de titularidad pública no quiere decir que no puedan estar en la práctica privatizadas. Al respecto se recoge en el artículo de El Pais una muy buena comparación:

Tienen una cierta noción de lo público, quizá absolutamente pura, que choca con esa realidad. "¿TVE es una televisión pública? ¿Realmente cumple su función como servicio público, teniendo que competir por la audiencia, por la publicidad?", se pregunta Nicolás Cardozo, almeriense de 20 años que estudia en Madrid 3º de Comunicación Audiovisual, cuando habla de que la mercantilización se puede dar aunque la titularidad de la universidad siga siendo pública.
La entrada del capital privado en las universidades públicas solamente busca una función: obtener un beneficio económico. Las empresas privadas nunca se han guiado por intereses altruistas, y esta vez no iba a ser menos. Y, ¡ojo!, el beneficio no tiene por qué ser económico. Publicidad, formación de personal para SU empresa, etc...

El Plan Bolonia, en general, solo busca hacer de nosotros, los estudiantes, máquinas que puedan ser utilizado por el mercado laboral en vez de querer formar individuos libres, con un elevado grado de conocimiento y cultura general, así como poseedores de un espiritu crítico. En vez de ellos solo quieren de nosotros consumidores que no protesten y aceptemos su mensaje como el único válido y que trabajemos bajo las condiciones laborales y económicas que ellos decidan.

Finalizar rebatiendo un último detalle del artículo de El Pais, el cuál recoge que "ya no hay margen político para dar marcha atrás". Se olvida señalar el periodista que existen casos como el de Grecia, donde se ha derogado, y de Francia, donde se han eliminado muchos puntos de este plan. Todavía se puede paralizar y cambiar aquello de Bolonia que no queremos. Por ello hemos de seguir en pie con la lucha, respondiendo a las mentiras y manipulaciones.

STOP BOLONIA!

Salud

1 comentarios:

Andrés Mourenza dijo...

Tienes, toda la razón, a mí antes me cabreaba el tratamiento que daban los medios de comunicación a las luchas estudiantiles, como estudiante que era... y ahora sigo enfadándome como periodista.
Hace poco, esta misma rabia dio lugar a un post parecido al tuyo ;) http://noticiasdesdeturquia.blogspot.com/2009/02/los-medios-de-comunicacion-y-los.html

(Al menos cuando a mí me mandaron a cubrir la revuelta de Grecia intenté hacer todo lo posible por comprender a los manifestantes y a los jóvenes rebeldes; se pueden leer también por el blog).

Un saludo,

Andrés